Hay una crisis silenciosa en las organizaciones. Según la Asociación Estadounidense de Psicología (APA), casi 3 de cada 5 empleados informaron impactos negativos del estrés relacionado con el trabajo a raíz de la pandemia.

El 87% de los estadounidenses se sienten ansiosos por la inflación y 7 de cada 10 empleados están preocupados porque su compensación no se ha mantenido al día con los cambios en el poder adquisitivo.  

En Ecuador el agotamiento laboral constituye una de las experiencias negativas más frecuentes, según el estudio Bienestar 2022. ¿Qué está pasando en el trabajo? Una mirada desde los colaboradores, elaborado por Betterfly. Según el informe, de una muestra de 4.000 trabajadores distribuidos en 8 países, el 54 % aseguró que sufre de agotamiento en el ámbito laboral, más conocido como el burnout (síndrome de desgaste profesional o síndrome de estar quemado). En Ecuador el índice de agotamiento llega hasta el 56,7 % de los trabajadores encuestados y las ganas de renunciar alcanza al 42,2 % de los ecuatorianos.

Pese al complejo escenario regional, el 63 % de los encuestados (73,6 % en Colombia) afirmaron estar “de acuerdo” o “muy de acuerdo” con estar satisfechos con su trabajo. Sin embargo, más del 77,3 % aspiran a que la organización donde trabajan mejore su propuesta de beneficios, en el caso de Ecuador el porcentaje es mayor, alcanzando el 84%.

A menudo pensamos en la salud mental, el bienestar y el agotamiento (burnout) de los empleados como un problema personal. Es por eso que la mayoría de las empresas han respondido a los síntomas ofreciendo recursos enfocados en las personas, como programas de bienestar.

Sin embargo, los resultados de diversos estudios son claros: el agotamiento lo experimentan los individuos, pero los impulsores más poderosos del agotamiento son los desequilibrios organizacionales sistémicos entre las demandas laborales y los recursos laborales. Por lo tanto, los empleadores pueden y deben ver las altas tasas de agotamiento como una poderosa señal de advertencia de que la organización, no los individuos en la fuerza laboral, necesita experimentar un cambio sistemático significativo.

De acuerdo al estudio global efectuado por el McKinsey Health Institute en 2022, en los 15 países del estudio y en todas las dimensiones evaluadas, el comportamiento tóxico en el lugar de trabajo fue el mayor causante de síntomas de burnout e intención de renuncia por un amplio margen (más del 60%).

Los comportamientos tóxicos en el lugar de trabajo son un costo importante para las empresas: al estar fuertemente implicados en el burnout, que se correlaciona con la intención de renuncia que finalmente impulsa una alta rotación. El costo de reemplazar a los empleados oscila entre la mitad y el doble de su salario anual, incluso sin considerar los costos asociados con el burnout, como: reducción del compromiso o engagement de los colaboradores, tasas más altas de ausentismo y aumento de permisos por enfermedad, los “números” para abordar los comportamientos tóxicos en el trabajo son convincentes. No abordarlos, puede conducir a una espiral descendente en el desempeño individual y organizacional.

Es necesario tener mucho cuidado en trasladar la responsabilidad únicamente al trabajador, es decir, no es suficiente tener más colaboradores resilientes que «aguanten la presión» la empresa debe adaptarse y cambiar, reduciendo y eliminando los factores que provocan el ambiente tóxico como líderes y compañeros abusivos, falta de flexibilidad laboral, compensaciones, falta de garantías para hablar y denunciar, etc.

En ese sentido, las organizaciones deben asumir una mayor responsabilidad por esta inminente crisis de agotamiento entre los empleados de toda la empresa. Primero, porque es lo correcto y segundo, porque representa una amenaza para la continuidad de la organización.

Nosotros desde Recursos Humanos somos la primera línea de defensa para prevenir y mitigar esta crisis, sin olvidar que el personal de recursos humanos no puede descuidar su propia salud mental; para ayudar a los demás debemos estar en buena condición, como nos enseñan las asistentes de vuelo, en situación de emergencia debemos primero ponernos la máscara de oxígeno antes de auxiliar a otros.


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